Oh Doch Beats!

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La llamada Generación Beat podría decirse que nació de una simple conversación entre Jack Kerouac y John Clellon Holmes para luego convertirse en todo un fenómeno, en 1948; aunque la verdadera intención no era exactamente nombrarla, sino de “desnombrarla”, es decir, hablar de la “cruda realidad”: libertad sexual, uso de drogas, filosofía y anti-valores, de alguna u otra forma, desprestigiando a la América moralista de aquella época, y tal influencia se dejo ver en los años que le siguieron a la cultura Hippie.
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viernes, 12 de marzo de 2010

Pop Art A La Colombiana


Una sociedad estadounidense encantada por el esplendor económico, pero también encarnizada en una batalla contra el comunismo, fue el marco sociopolítico para que se creara el pop art o Arte Popular, uno de los movimientos artísticos más destacados del siglo XX. En las obras de este movimiento, los objetos y personajes de la cotidianidad como latas de sopa, botellas de Coca-Cola, y estrellas de cine pasan a ser protagonistas gracias a artistas como Andy Warhol y Roy Lichtenstein.

Pero la sociedad actual colombiana (vista como fuente de inspiración artística) no tiene nada que envidiarle a ese contexto que dio origen al pop art. Además de ser el único país con guerrilla y estar en la lista negra de la ONU por violación de los derechos humanos, tenemos narcos “filántropos”, reina de la yuca, de la panela y de la papa, por lo que Colombia es un sueño para un artista que busque expresiones populares. Por eso más de 1600 de ellos enviaron sus obras esperando participar en el Segundo Salón BAT de Arte Popular, que se exhibe en este momento en la Biblioteca Luís Ángel Arango hasta el 7 de marzo. Más de 100 obras de lo popular en nuestro país, fueron seleccionadas.

A través de 7 temas (feminidad, colombianidad, recorridos, infancia, naturaleza, creencias y controversias) cada una de las obras es una única visión inteligente, y original sobre nuestra cotidianidad. Encontramos desde campesinos y bailarines de bambuco, hasta una Harley Davidson en miniatura, y al lado una chiva que dice “No soy el dólar, pero subo”, que además de crear un notorio contraste, representa el deseo del colombiano de dejar su huella donde quiera que va.

Con más del 90% de sus habitantes profesando la religión católica, Colombia es un país que da importancia a lo sagrado. Pero lejos de mostrar los santos y vírgenes tan retratados en la historia del arte durante tanto tiempo, los artistas proponen con irreverencia y humor, nuevos íconos de idolatría, como Nuestra Señora del Desempleo, San Dalia, San Pablo (Escobar), y una última cena campesina, que seguramente incluía arepa en alguno de sus platos.

Los niños como víctimas del conflicto armado en Colombia son un tema recurrente en la exposición. Alicia en el país de las maravillas ahora es Carmen Alicia, sostiene un arma, y seguramente no persigue a ningún conejo retrasado para la reunión con la Reina de Corazones, sino a algún miembro de cualquier grupo subversivos de nuestro país, quien la despertó antes del final del cuento.

Sin latas de sopa, ni voluptuosas y coloridas Marilyn Monroe, el Segundo Salón BAT de Arte Popular, demuestra que sí se puede hacer arte popular colombiano, pues la irreverencia e impacto de este movimiento se aplican a cualquier contexto, y más a una sociedad iconoclasta y en constante crecimiento como la colombiana. No es necesario esforzarse demasiado en buscar temas de inspiración, pues éstos son simplemente extensiones de nuestra cotidianidad.

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